Año 2015,
La sociedad se divide en dos grandes bandos: lo que mola, lo políticamente perfecto, lo que sale en la tele versus lo que no mola, lo feo pero que igualmente sale en la tele (porque en la caja tonta hay lugar para todo lo que mueva masas y produzca ganancias).
La cultura es la vaca de oro, todo el mundo mama de sus ubres, algunos con suavidad, otros tienen máquinas voraces extrayéndole hasta la última gota de leche. Esta quimera siempre se levanta por la mañana irradiando juventud, novedad y su líquido siempre sabe bien y fresco.
Como la religión, cada uno tiene su concepto de cultura y, como en las creencias, se chocan ideas y se producen debates o discrepancias. Alianzas y guerras. Y siempre hay alguien ganando de estas situaciones.
Los nuevos cultos se centran en la cultura. Las personas idolatran actores y músicos. Los artistas dejaron de ser vistos como parias a pisar la alfombra roja.
Todo fue gracias al repentino interés por el "nuevo arte" norteamericano que nació a mediados de los años cuarenta y cincuenta de la mano de pintores como Jackson Pollock y compositores como John Cage y críticos de arte como Clement Greenberg.
Nos quedamos en Estados Unidos, supuesta cuna de la "nueva" cultura de masas, donde en 1940 el mundo vio nacer a Frank Zappa, uno de esos músicos feos que salió por la tele en múltiples ocasiones y fue conocido por su humor ácido y sus discursos "políticamente incorrectos".
El pobre Zappa murió antes de tiempo, pero predijo en 1984, en este fragmento de su discurso a la American Society of University Composers (ASUC), la evolución de la industria musical (de masas) tal y como la conocemos actualmente.
El pobre Zappa murió antes de tiempo, pero predijo en 1984, en este fragmento de su discurso a la American Society of University Composers (ASUC), la evolución de la industria musical (de masas) tal y como la conocemos actualmente.
¡Toma! ¡Por allí se va tu cátedra!
No pertenezco a vuestra organización. Tampoco la conozco. Ni siquiera su labor me parece interesante y, aun así, se me ha pedido que sé una especie de discurso inaugural.
Antes de proseguir, quisiera advertiros sobre las peculiaridades de mi lenguaje, y deciros que soltaré cosas que ni os van a gustar ni os van a parecer bien.
No debéis sentiros amenazados pues no soy más que un mero bufón, y todos vosotros sois Compositores Serios.
Para todos aquellos que no lo sepan, yo también soy compositor. Aprendí por mi cuenta yendo a la biblioteca y escuchando discos. Empecé cuando tenía catorce años y llevo ya en esto treinta. No me gustan las escuelas. No me gustan los maestros. No me gusta la mayoría de las cosas en las que creéis vosotros... y para rematar ya la faena, encima me gano la vida tocando la guitarra eléctrica.
Por comodidad y sin ánimo de ofende a vuestros afiliados, usaré el término "NOSOTROS" para tratar los temas que afectan a los compositores. Algunas de las referencias a este "NOSOTROS" tendrán carácter general, otras no. Y ahora: El Discurso...
¿Es relevante la 'Nueva Música' en una sociedad industrial?
El aspecto más perturbador sobre la relevancia-industrial-estadounidense es el siguiente: "¿Por qué la gente continúa componiendo música e incluso enseñando, cuando ya saben qué respuesta obtendrá? A nadie le importa una mierda".
¿De verdad vale la pena el esfuerzo de escribir una nueva pieza de música para un público que pasa totalmente?
Parece que existe cierto consenso de que la música de compositores vivos no es sólo le resulta irrelevante sino también muy molesta a una sociedad que se preocupa principalmente por el consumo de mercancías desechables.
Seguro que "NOSOTROS" merecemos ser castigados por hacerle perder a los demás su precioso tiempo con una forma de arte tan prescindible y trivial. Preguntadle al del banco, al que os lleva el préstamo, que os lo dirá bien clarito: "NOSOTROS" somos mierda. "NOSOTROS" somos la mierda más asquerosa. "NOSOTROS" somos mala gente. "NOSOTROS" somos unos vagos y unos inútiles. No importa la cantidad de cátedras que logremos sacarles con maña a las universidades donde "NOSOTROS" manufacturamos nuestros sorprendentes paquetes insípidos de caca intrandescente, "NOSOTROS" muy en el fondo sabemos que "NOSOTROS" no valemos nada.
Algunos de estos nosotros fuman en pipa. Otros llevan chaquetas deportivas de tweed con coderas de cuero. Algunos tienen cejas de científico loco. Algunos exhiben sin pudor bufandas chillonas y ridículas que van a juego con sus jerséis de cuello alto. Estos sólo son unos cuantos motivos para explicar que hay que castigarNOS.
Hoy, al igual que en el pasado glorioso, el compositor tiene que amoldarse (por muy malo que sea) al gusto específico de EL REY, reencarnado como el productor de cine o de televisión, el jefe de la compañía de ópera, la señora del "comité especial" con el pelo espantoso o su nieta Debbie.
Algunos no conoceréis a Debbie, ya que no tenéis que tratar con emisoras de radio y compañías de discos como hace la gente que vive en El Mundo Real, pero deberíais informaros por si decidís visitarlas algún día.
Debbie tiene trece años. A sus padres les gusta verse a sí mismos como El Estadounidense Medio, Blanco y Temeroso de Dios. Su papá pertenece a algún sindicato corrupto y es, como podríamos sospechar, un hijo-de-puta vago, incompetente, ignorante y con un sueldo elevado.
Su madre es una bruja mercenaria e inadaptada sexual que vive para gastar sueldo de su marido en la ropa ridícula y así parecer "más joven".
Debbie es increíblemente tonta. Ha sido educada para que respete los valores y tradiciones que sus padres consideran sagrados. A veces sueña que la besa un socorrista.
Cuando advirtieron la presencia de Debbie, los del Despacho Secreto Que Lo Controla Todo se pusieron muy contentos. Era perfecta. Era incurable. Era su tipo de chica.
La eligieron de inmediato para convertirse en el Consumidor Arquetípico Imaginario de Música pop y Árbitro Máximo del Gusto Musical para la Nación Entera. Desde ese mismo momento, cualquier cosa musical de este país tendría que modificarse para adaptarse a lo que ellos computan como las necesidades o deseos de ella.
El "gusto" de Debbie determinaba el tamaño, la forma y el color de toda la música emitida y vendida en Estados Unidos a finales del siglo veinte. Después creció y se hizo exactamente como su madre, y se casó con un tío igualito a su papi. De alguna forma ha logrado reproducirse a sí misma. Los del Despacho Secreto vigilan a su hija en este mismo instante.
Como compositores estadounidenses serios que sois, ¿debería en realidad preocuparos Debbie? Creo que sí.
Debbie prefiere las canciones cortas con letras sobre relaciones entre chicos-y-chicas, cantadas por personas de sexo indeterminado con ropa de sadomaso y, como hay Mucho Dinero en juego, las principales compañías discográficas (que años atrás a veces se arriesgaban e invertían grabar trabajos nuevos) han cerrado casi todas sus divisiones clásicas y muy pocas veces sacan música nueva.
[...]
2015,
Society's divided into two main sides: what's hot, politically perfect, what's on TV versus what is not cool, ugly but also appears on TV (because there's place for everything that moves masses and produces profits).
Culture is the golden cow, everybody suck its udders, some gently, others have voracious machines extracting every last drop of milk. This chimera always wakes up in the morning radiating youth, newness and its liquid always tastes good and fresh.
Like religion, everyone has their concept of culture, and beliefs, ideas collide and debates or discrepancies occur. Alliances and wars. And there is always someone earning from these situations.
The new cults focus on culture. People idolize actors and musicians. The artists were no longer seen as pariahs and nowadays they walk the red carpet.
It was all thanks to the sudden interest in the American "new art" who was born in the mid-forties and fifties from painters like Jackson Pollock and composers as John Cage and art critics like Clement Greenberg.
We stay in the United States, alleged birthplace of the "new" mass culture, where in 1940 the world saw the birth of Frank Zappa, one of those ugly musicians who went on TV many times and was known for his dry humor and his "politically incorrect" speeches.
Poor Zappa died prematurely, but predicted in 1984, in this fragment from his speech to the American Society of University Composers (ASUC), the evolution of the music industry (mass) as we know it today.
Bingo! There Goes Your Tenure!
I don't belong to your organization. I know nothing about it. I'm not even interested in it - and yet, a request has been made for me to give what purports to be a keynote speech.
Before I go on, let me warn you that I talk dirty, and that I will say things you will neither enjoy nor agree with.
You shouldn't feel threatened, though, because I am a mere buffoon, and you are all Serious American Composers.
For those of you who don't know, I am also a composer. I taught myself how to do it by going to the library and listening to records. I started when I was fourteen and I've been doing it for thirty years. I don't like schools. I don't like teachers. I don't like most of the things that you believe in - and if that weren't bad enough, I earn a living by playing the electric guitar.
For convenience, without wishing to offend you membership, I will use the word "WE" when discussing matters pertaining to composers. Some of the "WE" references will apply generally, some will not. And now: The Speech...
Is 'New Music' Relevant in an Industrial Society?
The most baffling aspect of the industrial-American-relevance question is: "Why do people continue to compose music, and even pretend to teach others how to do it, when they already know the answer? Nobody gives a fuck."
Is it really worth the trouble to write a new piece of music for an audience that doesn't care?
The general consensus seems to be that music by living composers is not only irrelevant but also genuinely obnoxious to a society which concerns itself primarily with the consumption of disposable merchandise.
Surely "WE" must be punished for wasting everyone's precious time with an art form so unrequired and trivial in the general scheme of things: Ask your banker - ask your loan officer at the bank, he'll tell you: "WE" are scum. "WE" are the scum of the earth. "WE" are bad people. "WE" are useless bums. No matter how much tenure "WE" manage to weasel out of the universities where "WE" manufacture our baffling, insipid package of inconsequential poot, "WE" know deep down that "WE" are worthless.
Some of us smoke a pipe. Others have tweed sport coats with leather patches on the elbows. Some of us have mad scientists' eyebrows. Some of us engage in the shameless display of incredibly dramatic mufflers, dangling in the vicinity of a turtleneck sweater. These are only a few of the reasons why "WE" must be punished.
Today, just as in the glorious past, the composer had to accommodate the specific taste (no matter how bad) of THE KING - reincarnated as a movie or TV producer, the head of the opera company, the lady with the frightening hair on the 'special committee' or her niece Debbie.
Some of you don't know about Debbie, since you don't have to deal with radio stations and record companies the way the people from The Real World do, but you ought to find out about her, just in case you decide to visit later.
Debbie is thirteen years old. Her parents like to think of themselves as the Average, God-Fearing American White Folk. Her Dad belongs to a corrupt union of some sort and is, as we might suspect, a lazy, incompetent, overpaid, ignorant son-of-a-bitch.
Her mother is a sexually maladjusted mercenary shrew who lives to spend her husband's paycheck on ridiculous clothes - to make her look 'younger.'
Debbie is incredibly stupid. She has been raised to respect the values and traditions which her parents hold sacred. Sometimes she dreams about being kissed by a lifeguard.
When the people in the Secret Office Where They Run Everything From found out about Debbie, they were thrilled. She was perfect. She was hopeless. She was their kind of girl.
She was immediately chosen to become the Archetypical Imaginary Pop Music Consumer & Ultimate Arbiter of Musical Taste for the Entire Nation - from that moment on, everything musical in this country would have to be modified to conform to what they computed to be her needs and desires.
Debbie's 'taste' determined the size, shape and color of all music broadcast and sold in the United States during the latter part of the twentieth century. Eventually she grew up to be just like her mother, and married a guy just like her Dad. She has somehow managed to reproduce herself. The people in The Secret Office have their eye on her daughter at this very moment.
Now, as a serious American composer, should Debbie really concern you? I think so.
Since Debbie prefers only short songs with lyrics about boy-girl relationships, sung by persons of indeterminate sex, wearing S&M clothing, and because there is Large Money involved, the major record companies (which a few years ago occasionally risked investment in recordings of new works) have all but shut down their classical divisions, seldom recording new music.
[...]
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