No sé que les ven a los corsés.
En serio.
En serio.
(debe ser que tengo una mente bastante retorcida o que mis gustos son realmente un "crimen estético".)
Me guardo estos dolorosos comentarios para mis adentros, como si se tratara de un corsé, y aprieto los dientes para evitar que se escapen. Aunque algún que otro hilillo se saliva se cuela y se derrite en el suelo, como si se tratara de ácido sulfúrico.
Y vaya si ese poco de bilis negra causa daños. Quema al contacto con pieles ajenas, irrita cerebros y provoca aullidos de dolor y rabia.
El caso es que para mí, el corsé no es una prenda muy convencional.
Vamos a ver, existe el corsé ortopédico (para la columna vertebral), que se usa en recuperación de post operatorios o de cierto tipo de cirugías o para mejorar la postura.
Y luego está el corsé con lacitos y tiras de cuero que venden en tiendas de lencería o en sex shops.
...
Creo que ahora entiendo por qué se asocia el corsé con el masoquismo (el BDSM) (el fetiche de la lesión, provocada por uno mismo o por otra persona).
Entonces, ¿quienes visten el corsé lo hacen porque les excita sexualmente sentirse asfixiados por una prenda que, en un contexto médico, tendrías prohibido quitártelo hasta que haya pasado un tiempo de recuperación, y tengas que pasarte un tiempo notando la carne de tu barriga apretujando tus costillas y tus órganos?
Conclusión:
La especie humana y sus (irónicas) ambigüedades me sorprenden cada día más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario